sábado, 21 de marzo de 2009

Lazos blancos

No conozco a nadie que esté promoviendo el aborto, a nadie. Sin embargo sí que he conocido personas que se han visto obligadas a recurrir a esa alternativa que está legalmente recogida en nuestro ordenamiento jurídico. Son dos cosas distintas y parecería ocioso tener que justificar nuevamente después de tantos años que aquí nadie promueve el aborto, pero viendo que un debate aparentemente cerrado en la sociedad renace de sus cenizas interesadamente por parte de los mismos que ahora nos salen emprendiendo una cruzada contra el uso del preservativo en países subdesarrollados, creo que es necesario volver a explicar que el abortar o no es una decisión siempre dolorosa que ha de ser tomada por la persona afectada en los términos que recoge nuestra legislación.

También recordar que esta legislación se ha visto superada hace tiempo, probablemente porque en su momento no se quiso ser más valiente por no enfrentarse a una parte minoritaria de la sociedad.

También decir que es necesaria una revisión de la ley para adaptarla a las necesidades de nuestra sociedad.

También decir que esa competencia es exclusiva de nuestros legítimos representantes, a los que elegimos más o menos cada 4 años democráticamente y a los que los ciudadanos, libremente, pueden cambiar.

También decir que una parte importante de los que ahora se levantan en contra de cualquier medida terapéutica, comparando al hombre con especies animales, siguen sin presentarse a ninguna contienda electoral, nadie los elige, pero sobretodo, nadie puede cambiarlos ni someten a votación alguna sus postulados.

También decir que, en democracia, tienen todo el derecho a manifestarse y pronunciarse sobre cualquier tema. Pero a lo que no tienen derecho es a imponer sus postulados a una sociedad democrática y tampoco a un gobierno legítimamente elegido.